Uno de los más controvertidos incidentes ocurridos durante la presidencia de José Joaquín Pérez fue el caso de un francés llamado Orélie-Antoine de Tounens, quien en la década de 1860 intentó hacerse nombrar rey entre los mapuches.
Aunque a primera vista podría considerarse un hecho intrascendente, cabe señalar que en el contexto de la época las potencias europeas como Francia e Inglaterra se encontraban en el apogeo de su política de imperialismo transcontinental. Era muy llamativo tener un rey de la Araucanía.
Orélie-Antoine llegó a Chile en 1858 y dos años después se trasladó a la Araucanía junto con un grupo de comerciantes franceses. Logró el permiso de un lonco mapuche para internarse en territorio indígena y así reconocer las posibilidades de su objetivo. El francés logró convencer a algunas agrupaciones mapuches de las ventajas de su plan, y estableció el nacimiento de la primera monarquía de la Araucanía. Es probable que los loncos lo aceptaran convencidos de que con él fortalecerían su resistencia frente al Estado chileno.
![Orélie-Antoine de Tounens [Rey de la Araucanía]](https://huellas.cl/wp-content/uploads/reyaraucania2.jpg)
El rey de la Araucanía promulgó una Constitución de su reino. Además, fijó los límites de su posesión y difundió la noticia en varios periódicos de la zona y en cartas al gobierno chileno. Dichos límites eran: al norte el río Biobío, al oeste la costa del océano Pacífico, por el este la costa del Atlántico desde el río Negro, y al sur el estrecho de Magallanes.
La reacción del Gobierno
El surgimiento de esta extraña pero preocupante situación hizo que el gobierno reaccionara, debido a que el francés había prometido que a cambio de una adhesión a su monarquía ayudaría a los mapuches a defender sus tierras y oponerse al avance del ejército chileno. Esto podía traer complicaciones con los países europeos que vieran la ocasión de intervenir en la región. Las autoridades apresaron a Tounens y lo enjuiciaron en enero de 1862. Acusado de perturbador del orden, fue en primera instancia a diez años de cárcel, fue sobreseído y mandado a la Casa de Orates de Santiago. Allí lo liberó el cónsul francés Henri Cazotte, quien lo envió a Europa.
Tras varios intentos de retornar a la zona entre 1869 y 1871, las aspiraciones de Orélie-Antoine de Tounens fracasaron. No pudo regresar a la Araucanía debido a que después de nueve años de ausencia la situación había cambiado: el Estado chileno había activado sus planes de ocupación y los caciques que lo habían apoyado no tenían las fuerzas para traerlo de vuelta. Finalmente, el rey de la Araucanía terminó sus días en París, donde falleció en 1878.
