Este texto, casi íntegramente, fue escrito hace un par de años y hoy renace para convertirse en el episodio PILOTO de esta serie de relatos de un viaje permanente por Chile…
¿Cuándo empezó todo esto? ¿Chinchillas?
Esa pregunta, tan simple como poderosa, me golpeó una tarde cualquiera, en medio de un sendero polvoriento de la Reserva Nacional Las Chinchillas. Me detuve, miré el paisaje que parecía moverse con el viento seco, era el verano de 2015, y pensé en responder una pregunta que me habían hecho varias veces:
“¿Desde cuándo te gusta tanto Chile?”
No era una pregunta cualquiera. Era de esas que no dejan de rondar, como las buenas canciones, y que se te quedan revoloteando, aunque intentes ignorarlas.
Porque esto ya no era solo un gusto. Era una especie de necesidad fisiológica de caminar este país, de escribirlo, de tratar de entenderlo a través de sus cerros, sus libros, su gente, su historia y sus cicatrices.
Entonces, escarbando con seriedad en mi pasado, «viajé» algunas décadas atrás en donde yo creía que había comenzado esta afición por mi país:
Una banca que ya no está
La memoria, como siempre, quiso jugar conmigo. Me llevó primero al tercer sector del Parque Forestal, en Santiago, donde durante años me senté en una banca a leer y escribir. Una banca que ya no existe, pero que sigue firme en mis recuerdos. Me dije: “Seguro fue ahí.” Pero no. Sabía que había algo más profundo, más antiguo.
Fui más atrás. Un trabajo escolar sobre las riquezas naturales de Chile. Bibliotecas, enciclopedias, lápices de colores. “Seguro fue ahí.” Tampoco. Y así seguí escarbando. Hasta que ¡por fin di con algo!
Perico trepando, Papelucho viajando
Fue en 5° Básico, en el colegio F-37. Me tocó leer frente a todo el curso de ¡más de 40 compañeros! un libro que me marcó más de lo que parecía en ese momento: “Perico trepa por Chile” (Alicia Morel, 1978).
Semana tras semana, con una mezcla de vergüenza y emoción, recorrí Chile con Perico mientras lo leía en voz alta. Y ahí, sin darme cuenta, aprendí a viajar desde las palabras.
Unos años antes, en 3° Básico, también hubo otra chispa: “Papelucho historiador” (Marcela Paz, 1955), en el colegio D-539 de La Pintana. Sí, lo sé… Marcela Paz no es la fuente más rigurosa de historia nacional, pero ese libro me hizo mirar a Chile con curiosidad y preguntas. El país que nos enseñaban en clases, de pronto, se volvió terreno de juego, duda y exploración.
📚 El descubrimiento: Ahí estaban los dos pilares, semillas en ese momento, de este camino que hoy se llama huellas.cl: la historia y la naturaleza. El resto ha sido puro andar.
Más que un blog de viajes (es un viaje de vida)

Desde entonces, Chile se convirtió en mi excusa favorita para salir, para escribir, para estar solo o en compañía. Y con los años, todo esto fue creciendo en forma de cuadernos, notas sueltas, conversaciones, canciones pegadas a un lugar…
Así nace esta serie. No como una guía turística, ni como un listado de “lugares imperdibles”. Esto es una auto-viaje-grafía. Una mezcla de bitácora, memoria y mapas emocionales. Porque sí, viajamos por Chile, pero también viajamos hacia adentro.

Subir, respirar, escuchar
Y así volvemos a la Reserva Nacional Las Chinchillas, el lugar donde esta reflexión se activó. Si alguna vez pasas por ahí, no te conformes con ver desde el auto. Sube hasta el mirador más alto, deja el apuro abajo y permite que el viento te cuente algo. A veces habla.
Hazlo con música. En serio.
🎧 Te recomiendo “I Put A Spell On You” de Nina Simone.
La voz, el piano, la cadencia… son como un hechizo que transforma el paisaje.
Te vas a dar cuenta de que no es solo una caminata. Es otra cosa.
¿Y si tú también empiezas tu propio viaje?
Puede que todo esto haya comenzado por culpa de unas chinchillas que apenas vi, por un libro leído en voz alta, o por una banca desaparecida… Pero también puede ser el comienzo de algo para ti.
Tal vez este no sea solo mi relato. Tal vez es una invitación.
Bienvenid@s a este viaje largo, curioso y lleno de huellas.
Viajar no siempre se trata de lugares. A veces, se trata de soltar el control, agarrar la mochila y ver qué pasa.
Así que si estás esperando tenerlo todo claro para partir… quizás nunca salgas. Y eso sería una pena, porque las mejores historias no comienzan con un itinerario, sino con una decisión.
Y aquí empezó todo.
Y si llegaste hasta aquí, quizás tú también ya estás caminando.
PD: Hay una pasión por las letras y la música… Pero eso, es para otra historia.
Nina Simone, me acompañó con su música, y sin chinchillas.

Hola. que interesante tu blog. llegue a él por culpa de mi IA, 🙂 buscando responder una tarea.
«Perico trepa por chile», es un libro muy especial.
Ojala pusieras algo de quien eres (tu nombre o apodo), cuando comenzaste el blog y reseñas de desde donde sacaste la información que publicas, al menos cuando son datos históricos (egoístamente, esto último, me habría servido mucho hoy, jajaja 🙂 ).
En mis clases de ahora, me han enseñado (y les encuentro razón) que colocar referencias ayuda a que no solo sea una opinión lo que uno escribe (no se mal entienda, ya que dar una opinión es muy valido), pero cuando la opinión de uno es además reforzadas con otras opiniones u otros escritos realizados por estudios, ya pasa a ser un hecho. y Lo hermoso de Chile, es definitivamente un hecho.
ojala publique más cosas.
Mi opinión (que quizás no importe mucho) respecto a la música (y destaco que me gusta todo tipo de música),… Es que al estar en lo alto de una montaña, o al lado de un río, o en la soledad del desierto… no ha mejor música que esa… quizás ellas «Las chichillas» escucharon tu música y por eso viste poquitas… gracias por amar Chile. Es el mejor país del mundo y muchos no lo saben (ni lo cuidan , ni lo aprecian). … saludos, sigo con mi tarea.
[…] el punto más austral al que, por ahora, he llegado: Tierra del Fuego. Escribir esto partió en ¡Por culpa de las chinchillas! (que vendría a ser el episodio 0 o piloto de esta serie) y para dejar registro del Chile que me […]