En 1856, lo que comenzó como un simple problema disciplinario en la Catedral de Santiago terminó transformándose en una crisis nacional que enfrentó a la Iglesia con el Estado chileno, dividiendo a la sociedad según sus posturas políticas y religiosas.
El episodio pasó a la historia como la “Cuestión del Sacristán” y tuvo consecuencias trascendentales: la creación de nuevos partidos políticos y el inicio de un largo período de disputas conocidas como las “cuestiones teológicas”.
Origen del conflicto
El problema estalló a raíz del despido del sacristán Pedro Santelices de la Catedral de Santiago. Dos canónigos del cabildo eclesiástico se opusieron a la medida y desafiaron al arzobispo Rafael Valdivieso, quien había fallado en su contra.
Cuando el prelado decidió suspenderlos a divinis (es decir, prohibirles ejercer como sacerdotes), los canónigos apelaron ante la Corte Suprema, llevando así un asunto interno de la Iglesia al terreno estatal.
Iglesia vs. Estado: Las posiciones en pugna
El conflicto rápidamente trascendió lo religioso:
Liberales y sectores del gobierno apoyaron el recurso de fuerza, argumentando que la Constitución otorgaba al Estado la facultad de revisar sentencias eclesiásticas. El clero y los conservadores ligados a Roma defendieron la independencia de la Iglesia y rechazaron la intervención estatal, alegando que el Papa nunca había concedido tal derecho al Estado chileno.
La Corte Suprema vio la apelación y resolvió a favor de los canónigos, ordenando al arzobispo el levantamiento del castigo, pero Valdivieso desconoció la facultad de los tribunales estatales y se negó a cumplir la sentencia, generando un abierto choque de poderes.
Manuel Montt y la defensa del patronato
El presidente Manuel Montt, firme defensor del patronato eclesiástico (derecho del Estado a intervenir en asuntos de la Iglesia), se alineó con la Corte Suprema. Ante la rebeldía del arzobispo, Montt amenazó incluso con:
- Extrañamiento (expulsión) de Valdivieso.
- Ocupación de las temporalidades de la Iglesia (sus bienes materiales).
Quienes apoyaban al presidente y a su ministro Antonio Varas fueron llamados “monttvaristas”, mientras que los seguidores del arzobispo pasaron a ser conocidos como “ultramontanos”, es decir, fieles al Papa y a la autoridad eclesiástica.
![Manuel Montt, 1851 [La cuestión del sacristán] Manuel Montt, 1851 [La cuestión del sacristán]](https://huellas.cl/wp-content/uploads/manuelmontt1851.jpg)
Consecuencias políticas
«La cuestión del sacristán» se resolvió con la misma facilidad que había empezado: los canónigos arrepentidos pidieron el perdón del arzobispo, quien les levantó la suspensión, con lo que el fallo del Tribunal Supremo estaba cumplido y resultaba improcedente la expulsión de monseñor Valdivieso. Aunque el conflicto terminó de manera aparentemente simple, sus repercusiones fueron enormes.
El peluconismo (viejo bloque conservador) se quebró en dos:
Ultramontanos → defensores de la Iglesia, que formarían el Partido Conservador.
Monttvaristas → defensores del Estado, que más tarde se organizarían como el Partido Nacional.
La Fusión Liberal Conservadora: ultramontanos y sectores liberales comenzaron a aliarse en oposición al gobierno.
Durante las siguientes décadas, las grandes disputas políticas en Chile giraron en torno a las “cuestiones teológicas”, es decir, debates sobre la influencia de la religión en la sociedad, la política y la educación.
Resumen 📚
Fecha: 1856.
Protagonistas: Arzobispo Rafael Valdivieso, presidente Manuel Montt, canónigos de la Catedral de Santiago.
Hecho detonante: Despido de un sacristán → Suspensión a divinis → Apelación ante la Corte Suprema.
Conflicto central: ¿Puede el Estado intervenir en asuntos de la Iglesia?
Consecuencias políticas:
Ruptura del peluconismo.
Nacimiento del Partido Conservador y el Partido Nacional.
Consolidación de las “cuestiones teológicas” como eje de la política chilena.
Reflexión final
La “Cuestión del Sacristán” demuestra cómo un problema aparentemente menor puede poner en jaque a las instituciones de un país. Más allá del conflicto religioso, lo que estaba en juego era la definición de los límites entre el poder civil y el poder eclesiástico, un debate que marcaría la historia política de Chile durante gran parte del siglo XIX.
Ampliando el repertorio: La cuestión del sacristán en Memoria Chilena
