Hay paisajes que parecen no pertenecer a este mundo. Torres del Paine es uno de ellos. En pleno corazón de la Patagonia chilena, el viento corta como navaja, las nubes juegan a cambiar de forma cada pocos minutos y los glaciares reposan con una calma que intimida. Estar ahí no es solo mirar un escenario imponente: es sentir que la naturaleza tiene la última palabra.
En este relato quiero contarte cómo fue recorrer Torres del Paine en un día desde Punta Arenas. Una excursión que exige madrugar, dejarse llevar por la ruta y volver de noche con la memoria llena de postales. Cansancio asegurado. Asombro garantizado.
Despertar antes que el sol: el comienzo de la aventura
El día arrancó todavía de noche en Punta Arenas. La ciudad dormía, pero la promesa de llegar a una de las maravillas del mundo nos tenía despiertos desde antes que sonara la alarma. El plan era ambicioso: recorrer casi 250 kilómetros hasta Puerto Natales y desde ahí seguir rumbo al Parque Nacional Torres del Paine, para regresar esa misma noche.
La Ruta 9 nos recibió con su infinito horizonte. El paisaje se abre en praderas inmensas, solitarias, que parecen no terminar nunca. A ratos, la carretera desaparece detrás de cortinas de viento y polvo, para luego reaparecer brillante con los primeros tonos del amanecer.
Y claro, no podían faltar ellas: las ovejas. Miles, dueñas del camino, obligando a detenernos y a sonreír. La Patagonia es así: aquí uno no controla el ritmo, lo marcan los animales y el viento.
🐑 Prueba de paciencia: Si te toca una “barrera de lana”, baja la ventanilla, escucha el balido colectivo y espera. Es un espectáculo que no encontrarás en otro lugar. Toma fotos, por si lo llegas a olvidar, jejeje.
En el km 100 está Villa Tehuelches por la izquierda y hacia la derecha la laguna Blanca, que no verás con mucha claridad… Suponiendo que saliste de la ciudad antes de las 7 AM. Tienes que seguir esta ruta hasta Puerto Natales.
«VirtualTourist.com, un sitio web líder en investigación de viajes y comunidad que forma parte de TripAdvisor Media Group, anunció hoy que, después de más de cinco millones de votos en todo el mundo, el Parque Nacional Torres del Paine ha sido nombrado la Octava Maravilla del Mundo.»
LOS ÁNGELES , 1 de noviembre de 2013
![Antiguo muelle en el canal Señoret [Puerto Natales]](https://huellas.cl/wp-content/uploads/blog_003_CanalSenoretNatales-jpg.webp)
¿Por dónde entrar al parque Torres del Paine? Dos rutas, una decisión
En Puerto Natales hicimos la primera pausa para estirar las piernas y reabastecer. Desde aquí hay dos caminos hacia Torres del Paine:
Ruta por Villa Serrano, pasando por la famosa Cueva del Milodón (88 km).
Ruta por Cerro Castillo y Laguna Amarga, un poco más larga pero más amplia en paisajes (125 km).
Elegimos esta última. Y no nos arrepentimos. El sol de la mañana iluminaba la estepa, y el macizo del Paine se dejó ver, enorme, azul, sin una sola nube tapándolo. Ese tipo de regalo natural que no se negocia.
☝🏻 He hecho el camino por ambas direcciones y te recomiendo el más largo esta vez, por un par de razones: La mayoría de las personas inicia el viaje en la cueva del milodón porque llegarán al parque antes y, siguiendo esa lógica, se encontrarán con el lago Grey más temprano, por lo que es más probable que esté cubierto de nubes por la mañana y no puedan ver siquiera el glaciar. Otro motivo de esta recomendación es que las vistas son muy bonitas con la luminosidad de la mañana… Ahora describiré esta última ruta (si partes por la otra, el orden será invertido).
![Monumento al Caballo [Cerro Castillo]](https://huellas.cl/wp-content/uploads/blog_003_MonumentoCaballo-jpg.webp)
Cerro Castillo es la capital de la comuna Torres del Payne (por un error tipográfico escribieron con «y» su nombre en 1982), se encuentra a pocos metros de la frontera con Argentina. Desde aquí partimos hacia el norte bordeando el lago Sarmiento de Gamboa a nuestra izquierda y a la derecha vemos la hermosa sierra Baguales, hasta llegar al acceso por laguna Amarga (imagen que inicia esta entrada), donde ya se pueden apreciar las famosas torres de granito y de las cuales durante los próximos kilómetros tendremos las mejores vistas. En el camino hay miradores para admirar el macizo del Paine, con sus torres y cuernos.
Torres, cuernos y miradores que hacen suspirar
Desde Cerro Castillo en adelante, la sensación fue de entrar en otro mundo. A un lado, el lago Sarmiento con su tono turquesa. Al otro, la sierra Baguales. Y al frente, inconfundibles: las Torres del Paine.
El parque es enorme y, en un día, hay que elegir bien dónde detenerse. Nosotros hicimos una caminata breve hasta el Salto Grande, donde el río Paine cae con fuerza y espuma, como si festejara su propio deshielo. Después avanzamos al mirador de los Cuernos del Paine, en un trekking corto pero inolvidable.
Ahí, el silencio no pesa, abraza. Y uno se da cuenta de que la inmensidad puede ser también delicada.

Luego veremos el inconfundible lago Pehoé, avanzaremos junto a la ribera del río Paine hasta la sede administrativa de Conaf junto al lago Toro y desde ahí hasta la guardería Lago Grey.
El glaciar Grey: un espectáculo que congela el alma
Desde la guardería parte el sendero que lleva al glaciar Grey, otro de los íconos del parque. Primero hay que cruzar un puente colgante que parece bailar con cada paso. Después, la caminata lleva entre bosque bajo y arena oscura, hasta que aparece él: el glaciar Grey. Un gigante azul que parece eterno, flotando en silencio entre montañas.
El viento aquí no juega: embiste. ¡Y muy fuerte! Las olas se rompen con furia contra los témpanos desprendidos. Y uno, pequeño frente a ese escenario, solo puede mirar y guardar silencio.
❄️ Consejo práctico: lleva siempre abrigo extra, incluso en verano. El clima cambia en minutos: sol, lluvia, viento y frío pueden turnarse en menos de una hora.

Cueva del Milodón y el regreso con la memoria llena
De regreso hacia Puerto Natales, hicimos una parada en la Cueva del Milodón, un sitio arqueológico fascinante donde hace más de un siglo se hallaron restos de un animal prehistórico que habitó la Patagonia. La caverna, enorme y oscura, tiene algo de sobrecogedor: uno entra y siente que el tiempo se detuvo ahí dentro.
El día terminaba en la costanera de Puerto Natales, con sus esculturas de viento y mar mirando al Canal Señoret. Las últimas luces naranjas del atardecer parecían un cierre perfecto. Ya pronto se acabará el día y tenemos que volver a Punta Arenas.
Y sí, estábamos exhaustos. Pero también con la certeza de haber vivido uno de esos días que marcan para siempre.
🎵 Bonus musical: de fondo sonaba Wanderlust, de The Weeknd. Y no podía ser más exacto: esa palabra que resume la necesidad de moverse, de descubrir, de dejarse llevar.

Torres del Paine, un cansancio que vale la pena
Torres del Paine no es un lugar para “ver y listo”. Es una experiencia que se siente con todos los sentidos. El viento en la cara, el sonido del agua, la inmensidad de los glaciares y montañas… todo conspira para que recuerdes que hay rincones en el mundo capaces de reordenarte por dentro.
Sí, recorrerlo en un solo día es agotador. Pero también es una manera intensa y hermosa de acercarse a una de las joyas de la Patagonia chilena.
Y si alguna vez dudas de si vale la pena levantarse a las cinco de la mañana, manejar horas y volver rendido… recuerda esto: algunas maravillas solo se muestran a quienes se atreven a llegar hasta el final.
Ahora, siguiendo hacia el norte, y evitando el Campo de Hielo Sur, llegaremos a Villa O’Higgins y sus alrededores, donde termina la Carretera Austral. Por allí seguirá nuestro «Viaje Inverso». ¡Hasta pronto!


[…] ¡Nos vemos en la próxima parada: ¡Torres del Paine por el día! […]