No todos los finales son tristes. Algunos terminan entre viento helado, hielos milenarios y un whisky servido con «rocas milenarias».
Así es Villa O’Higgins: un rincón de la Patagonia chilena donde la Carretera Austral se detiene, el mapa se queda en blanco, y lo único que queda es seguir viajando con los sentidos.
Este viaje, en que venimos desde el Sur, no es posible hacerlo en forma lineal como se podría suponer… Hay un lugar que es una gran masa de hielos milenarios que, prácticamente, divide Chile en dos: el Campo de Hielo Sur. Para llegar aquí debimos «dar un salto» al Norte y cambiar la dirección del viaje, jajaja, pues ahora iremos desde cerca de Caleta Tortel hasta el fin de la Carretera Austral por el sur. Los paisajes son impresionantes si nunca has estado acá y, definitivamente, dignos de repetírselos una y otra vez. ¡Ahí vamos Villa O’Higgins!
Aquí, la naturaleza manda. Y si te animas a llegar hasta este confín remoto, te prometo que no lo olvidarás.
El sur del sur: donde la Carretera Austral se despide
El viaje comienza más allá de Cochrane, siguiendo esa serpiente interminable llamada Ruta 7. La Carretera Austral se estira entre ríos, montañas y fiordos, como si quisiera enseñarte su repertorio completo antes de despedirse.
En el km 95 está el desvío hacia Caleta Tortel, pero esta vez seguimos hasta Caleta Yungay, punto clave: aquí una barcaza cruza el fiordo Mitchell, puerta de entrada al último tramo hacia Villa O’Higgins.
La subida antes del cruce es estrecha, empinada, y te obliga a soltar un par de respiros hondos… ¡Pero qué 30 km de paisaje! Más frío, más agreste, más auténtico.
🧭 Tip de ruta: llena el estanque en Cochrane. Hay combustible en Tortel y en Villa O’Higgins, pero nada como ir con margen. Aquí un error no se mide en minutos, sino en horas de camino perdido.
![Río Bravo [Villa y Glaciar O'Higgins]](https://huellas.cl/wp-content/uploads/blog_004_RioBravo-jpg.webp)
Río Bravo y una ruta pintada con mucho azul
Ya en la barcaza, el fiordo se abre como una herida azul profundo entre cerros gigantes. Llegamos a Río Bravo y empieza el último tramo de la Carretera Austral: 100 km de ripio, curvas y postales que parecen pintadas con acuarela.
Todo aquí se siente distinto. Los cerros se inclinan hacia los lagos, el viento sopla con paciencia y el silencio se vuelve tan fuerte que parece hablarte.
El Campo de Hielo Sur es una gran zona de hielos continentales. En extensión, es la tercera del mundo (luego de la Antártica y Groenlandia) ocupando unos 16.800 km², de los cuales 2.600 pertenecen a Argentina y 14.200 a Chile.
El último pueblo en el camino: Villa O’Higgins
Y bueno, llegamos a Villa O’Higgins. Su letrero de bienvenida nos recibe, muchas almas no circulan por las calles. Cada vez lo encuentro más bonito y con temperatura más fría. Pasaremos por algún almacén a abastecer y cubrir el hambre, jajaja. Aquí todavía no todas las puertas de las casas están cerradas con llave, algunas aún conservan el cordelito o alambre para abrirlas de un tirón. Eso ya no pasa en las ciudades, sería algo impensable. Esta vez nos instalamos en la última calle del pueblo, por el sur, frente a la policía y militares; a pocos metros del Cerro Santiago y de la plaza, pues todo está cerca, porque es pequeño. La gente llegó a vivir a esta zona a comienzos del siglo XX, pero como pueblo oficial O’Higgins existe desde 1966.
El cerro Santiago lo nombré al pasar, es parte del Parque Glaciar Mosco y tiene varios senderos que nos entregan maravillosas vistas del pueblo y sus alrededores: hielos, ríos, lagos, bosques, etc. Si te quieres «perder sin perderte» disfrutando la zona, puedes pedir información en la oficina de turismo. Si vas con poco tiempo, ojalá hayas hecho reservas para navegar por lago O’Higgins, hay un par de empresas que hacen el recorrido por este lago, el más profundo de América. No te apures en recorrer… deja cosas para el próximo viaje, pues aquí en la Patagonia «quien se apura pierde el tiempo». Esta zona tiene sus propios ritmos.
Unos metros antes del final de la Carretera Austral, se encuentra una plaza-mirador inaugurada hace unos años y que permite mirar el glaciar Mosco. Aquí , la última vez hicimos un simple picnic esperando el atardecer con sus rojos colores y el viento interminable. Hermoso. Bueno, avancemos… Uno de los ritos que los turistas hacen por acá es llegar al final de la Carretera Austral y tomarse una foto o selfie con la evidencia de este logro «desbloqueado». Ahí están LOS letreros que lo indican, pues ahora hay dos, jajaja, y el lugar es Puerto Bahamondes. («Tuve» que poner la estrella de Huellas, para que creyeran que de verdad estuvimos ahí).
Quiero dejar aquí una frase local que probablemente hayas escuchado: “Quien se apura, pierde el tiempo”. En esta parte de la Patagonia, correr no tiene sentido: la vida fluye con otro ritmo.

![Fin de la Carretera Austral [Villa y Glaciar O'Higgins] Villa O'Higgins](https://huellas.cl/wp-content/uploads/blog_004_FinAustral2-jpg.webp)
En el lago, camino al glaciar
Si reservaste, podrás embarcarte y llegar a la localidad de Candelario Mancilla bordeando la frontera [invisible] que está sobre el lago. Ahí puedes bajar y hacer trekking hacia El Chaltén, en Argentina o seguir hacia el glaciar O’Higgins. A estas alturas, Villa O’Higgins y el mismo final de la carretera ya nos quedan al norte, y lejos… Seguimos la aventura por el lago, nos encontramos con un brazo de los ríos que llegan aquí y la nave empieza un enloquecedor sube y baja, se llega a perder el horizonte, algunos se marean, etc. ¡Todo es inolvidable!
Luego de algunas horas llegamos frente al imponente glaciar, también llamado Ventisquero Grande. Con sus más de 3 km de ancho y 80 m de altura, otro rito nos espera: Tomar whisky con «hielos milenarios» (?), y los niños, pues jugo de piña con esos hielos. Para mí, esta debería ser la parte silenciosa del viaje y maravillarse de la Naturaleza que tenemos, a veces no tan cerca… o que, simplemente, no vemos. A casi 1750 km de distancia (lineal) de Santiago, y muuuchos más por los caminos, esta parte del viaje llega a su fin. Y debemos volver a Villa O’Higgins.
Nota muy personal: Mi hijo menor, la primera vez que fuimos tenía poco más de 5 años y se mareó, vomitó y se sintió muy mal por un rato. Luego, ya navegando de vuelta y conversando con los tripulantes me confesó con inocencia y valor «¡Es muy bonito! Aunque vomite, me gustaría venir todos los días». Con esa frase y ver la mirada de mis hijos con asombro y alegría la primera vez que vieron el glaciar, me di por pagado en ese y varios viajes más. 🥹
Regreso a Villa O’Higgins: historias y calor en medio del frío
De vuelta en el muelle, la experiencia aún vibra en el cuerpo. Villa O’Higgins ahora se siente distinto: más íntimo, más cercano.
Una visita obligada es la plaza, con un homenaje a la Mujer Pionera, símbolo de la fuerza y ternura de quienes habitaron estos parajes en condiciones extremas. Y no falta el abrigo cálido de un hostal, un pan recién horneado o una historia compartida junto a una estufa a leña. En alojamientos hay diversidad para elegir, eso sí, insisto, dejar listos esos detalles con anticipación.
Si tienes más días para recorrer, se puede ir hasta el lago Christie al norte de Villa O’Higgins, luego trekkings hacia los lagos Riñón, Guitarra o Alegre, por el lado chileno. Es lejos, muy lejos, pero muy hermoso. No olvides que «la civilización» queda cada vez más lejos así es que hay que ir con cuidado y avisar.
Palabras al cierre: Cuando el fin del camino no es un final
Villa O’Higgins es mucho más que el último punto de la Carretera Austral. Es una pausa. Una enseñanza. Una invitación a mirar la Patagonia con otros ojos. Aquí, el viento no molesta: enseña. El frío no incomoda: despierta. El glaciar no solo deslumbra: habla.
Tal vez entiendas, como muchos viajeros, que llegar al “fin del camino” no significa detenerse, sino empezar un viaje distinto: hacia adentro. El verdadero lujo de llegar hasta Villa O’Higgins no es tachar un destino en el mapa, sino descubrir que el silencio, el hielo y la distancia también pueden ser compañía.
🎵 Recuerdo musical: Sonaba “Swish Swish” de Katy Perry y Nicki Minaj justo cuando una cascada apareció al costado de la ruta. Nada que ver con el lugar, y sin embargo, así se fijan los recuerdos: en detalles absurdos que terminan siendo inolvidables.
Y así, cruzando una interminable lista de lagos y ríos llegamos a Río Bravo a esperar nuestro turno para abordar la barcaza, zarpar y cruzar el fiordo Mitchell hasta Puerto Yungay y el camino hacia Cochrane. Pero ese aún no es el destino, porque giraremos a la izquierda, donde se encuentra el próximo objetivo: Caleta Tortel.

![Atardecer en Lago O'Higgins [Villa y Glaciar O'Higgins] Villa O'Higgins](https://huellas.cl/wp-content/uploads/blog_004_LagoOhiggins-jpg.webp)


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