Como en la canción, bajamos… pero también subimos en emociones.
Este tramo del viaje nos llevó por la parte más transitada de la Patagonia norte chilena: desde Chile Chico hasta Coyhaique, atravesando el imponente Parque Nacional Cerro Castillo, y terminando en Puerto Aysén, con sus ríos eternos, montañas cargadas de nubes y esa bruma que parece quedarse a vivir en el paisaje.
Te invito a recorrer este camino conmigo. Prometo agua, viento, vistas que sorprenden en cada curva, y una Carretera Austral que nunca se cansa de regalarnos postales.
El salto que nació de un volcán
Zarpamos en ferry desde Chile Chico hasta Puerto Ingeniero Ibáñez, y de ahí retomamos la ruta X-65. El viento era fresco, con ese aroma a cordillera mezclado con agua dulce. Antes de llegar a Cerro Castillo, hicimos un desvío imperdible: el Salto del río Ibáñez, por la ruta X-725.
La cascada nació después de la erupción del volcán Hudson en 1991, un evento que cambió para siempre la geografía de esta zona. Hoy, su caída de agua es un recordatorio vivo de cómo la tierra se reinventa, incluso tras el desastre.
🌋 Dato volcánico: La erupción del Hudson expulsó más de 4 km³ de material, afectando lagos, ríos y glaciares. A más de 80 km de distancia, todavía se siente su huella.

Cuestas, huemules y las montañas que quitan el aliento
La ruta se encamina hacia Villa Cerro Castillo, donde comienza la famosa Cuesta del Diablo. Un tramo de curvas cerradas, subidas y bajadas que parece sacado de una montaña rusa natural. Estas vueltas son la bienvenida (desde Norte) o la despedida (desde el Sur) del valle del río Ibáñez. La recompensa: la entrada al Parque Nacional Cerro Castillo, una de las joyas del trekking en Chile.
Las montañas dominan el horizonte: el cerro Castillo (2.318 msnm), con sus cimas nevadas, y Las Cuatro Cumbres (2.273 msnm), guardianas heladas del valle. El parque protege bosques de lenga y ñirre, zorros colorados, carpinteros negros y, con algo de suerte, al tímido huemul, el ciervo nativo y símbolo nacional. Madrugar es clave. En las primeras horas del día, la fauna se muestra más activa y los senderos ofrecen panorámicas despejadas.
Pero todo tiene un final, y por la carretera al cruzar el Arco de la comuna de Ibáñez, me pareció que era atravesar un portal, no temporal ni multiversal, sino de sensaciones. De dejar atrás. De algo nuevo… Ya no sigo, mejor, porque casi exagero ¡jajaja!

Coyhaique, ciudad entre cascadas y montañas
Después de tanta naturaleza salvaje, llegamos a Coyhaique, la capital regional de Aysén. Pero antes de llegar a ella, debo mencionar que poco antes de llegar a El Blanco, está el camino hacia el aeropuerto de Balmaceda. Es pequeño aún, pero está en remodelaciones que lo hacen bonito. (Nota: Un amigo lo considera «el más bonito de Chile», pero yo creo que no es para tanto). Bueno, por la Carretera Austral llegamos a Coyhaique y los alrededores del camino son muy lindos. Pero incluso aquí, el paisaje manda. Una característica es poder ver caídas de agua cerca de la ruta.
Desde el Sur, el Monumento al Mate anuncia la bienvenida, representando una bebida típica de la zona y el amor que los habitantes le profesan 😋. Desde aquí se puede observar muy bien el cerro Mackay, otro ícono de Coyhaique. En el centro, la Plaza de Armas pentagonal sorprende con su trazado único, rodeada de la catedral de hormigón, con la virgen de los Dolores en su altar, y pequeños cafés.
Un imperdible es la Piedra del Indio, esa formación rocosa a orillas del río Simpson que, con un poco de imaginación, parece un perfil humano mirando al horizonte. Pasamos por el Parque Urbano Río Simpson y nos animamos a cruzar la ciudad hasta el mirador del río Coyhaique. En la calle Baquedano, que llega hasta la frontera, está el monumento al Ovejero, el cementerio y el mirador con una bandera gigante.
Coyhaique mezcla lo moderno con lo rural. Encontrarás librerías pequeñas, cervezas artesanales y, a la vez, el sonido constante de los ríos que la atraviesan.
![Coyhaique desde el Mirador Marchant Coyhaique desde el Mirador Marchant [Bajando pa' Puerto Aysén]](https://huellas.cl/wp-content/uploads/blog_008_aysen-coyhaique.jpg)
Seguimos por Baquedano y llegamos a la Carretera Austral, nuevamente, camino a Puerto Aysén.
Puerto Aysén: el río, los puentes y la bruma eterna

Desde Coyhaique retomamos la Carretera Austral rumbo oeste. En el trayecto, túneles cobertizos, nuevas cascadas (entre ellas La Virgen y El Velo de la Novia) y nuevamente el fiel río Simpson, que nos acompaña hasta el mar. Llegamos hasta el cruce Villa Ortega, que es donde la Carretera Austral enfila hacia el norte. Sin embargo, nosotros seguiremos hacia el Oeste, cruzando esta faja de tierra llamada Chile, jajaja.
Finalmente, aparece Puerto Aysén, abrazado por cerros cubiertos de bosque y nubes bajas que nunca parecen levantar del todo. El ícono de la ciudad es el puente Presidente Ibáñez, inaugurado en 1966 y aún es el puente colgante más largo de Chile. Cruzarlo es sentir que entras en un escenario de película: el río Aysén debajo, el viento golpeando y la ciudad creciendo poco a poco a su alrededor.
Y «bajamos» a Puerto Aysén, como dice la famosa canción, una joven ciudad que en 2028 recién cumplirá 100 años. Su historia está ligada al mar y a la colonización patagónica, y hoy se consolida como un punto clave para llegar a los fiordos del litoral. Recorrimos sus cuadras y, a lo lejos, cada vez parece que creciera un poco desde la visita anterior. Cruzamos el puente colgante más largo de Chile y luego volvimos por el puente Dun. Así iniciamos la vuelta por el mismo camino que nos llevó.
Pareidolias y certezas. Adiós Puerto Aysén
Sí, bajamos pa’ Puerto Aysén. Pero también subimos en recuerdos. En cada cerro aparece la figura de un rostro, un animal, una historia escondida. La pareidolia patagónica es real: el paisaje aquí tiene alma.
Este último día terminó con la certeza de que el tramo no es solo una ruta de conexión entre ciudades, sino que es un resumen de lo que significa la Patagonia chilena. Agua que cae, montañas que se imponen, pueblos que laten, y esa sensación de estar exactamente donde uno debe estar.
La ruta nos traía de vuelta a Coyhaique, pero llegaríamos hasta el mencionado cruce Villa Ortega. Y de ahí, por la Carretera Austral hacia el norte, conociendo hasta La Junta, pasando por Puerto Cisnes, Puyuhuapi y Queulat, ese ya es el próximo capítulo. Porque este tramo, entre Coyhaique y Puerto Aysén, merece quedar escrito como un viaje en sí mismo.
¡Hasta la próxima!




[…] (jajaja) y en la próxima entrega tendremos la continuación de este recorrido, que nos llevará Bajando pa’ Puerto Aysén, pasando por Cerro Castillo y Coyhaique, entre otros lugares. ¡Hasta […]