En Valdivia, a las 15:11 horas vino el terremoto conocido como «el más grande de la historia» documentada: 9.5 grados en la escala de Richter.
El 21 de mayo de 1960 no hubo cuenta pública del Presidente Jorge Alessandri Rodríguez en el Congreso Nacional ni celebraciones por el Día de las Glorias Navales, más bien susto y las réplicas del terremoto que esa mañana había sacudido Chile desde Llanquihue hasta lo que llamamos Norte Chico.
La zona de Concepción fue la más afectada. Con la poca información directa que se manejaba se presumía que las proporciones del sismo habían sido muy grandes, y se organizaron los primeros envíos de ayuda, muchas cosas ya estaban listas para partir al Biobío el Domingo 22, pero otra catástrofe de más elevada magnitud vino a cambiar los planes…
Pocos minutos antes de las tres de la tarde se sintió un fuerte temblor en la zona de Valdivia, con lo que muchas personas quedaron asustadas con el recuerdo del movimiento del día anterior, pero a las 15:11 horas vino el terremoto que se conoce como «el más grande de la historia» documentada: 9.5 grados en la escala de Richter. La faz de Valdivia cambió para siempre.
La gente no podía mantenerse en pie y los minutos que duró el terremoto se hicieron eternos. Se abrieron grietas en las calles e incluso una parte de la costanera se precipitó al río, los servicios básicos colapsaron. La ciudad se hundió cerca de un metro y quedó completamente aislada del resto del país. Con la baja del terreno, el río Calle Calle inundó el centro y muchos campos volvieron a quedar bajo las aguas. Se acabó el gran sismo, las réplicas no cesaban y como ya no eran tan fuertes la gente se fue tranquilizando, dentro de lo posible.
Pero aún no ocurría lo peor. Si bien las casas resistieron relativamente bien y los escombros parecían el único recuerdo inmediato del movimiento… Ya cerca de las cuatro de la tarde el mar comenzó a retirarse a gran velocidad de la costa. Muchos aprovecharon de sacar peces y mariscos del lecho marino descubierto, otros se quedaron esperando a ver qué pasaba… Otros presintieron que algo malo podía ocurrir y se alejaron de la costa y se fueron a lugares más altos.
A las 16:20 horas una ola de 8 metros de altura apareció en el mar entre Concepción y Chiloé. A una velocidad de 150 km/h fueron muy pocos los que lograron escapar con vida en Corral, y los que pudieron fueron abatidos por una nueva ola de casi 10 metros. El maremoto borró pueblos enteros, como Queule, Puerto Saavedra o Corral.
Al final del día un área de 400.000 km2 había sufrido los destructores efectos de este «famoso» terremoto.
Puerto Montt quedó con casi todos sus edificios en el suelo. Muchos pescadores de Chiloé se refugiaron en sus botes, pero con el maremoto desaparecieron. El viaducto del Malleco quedó en muy malas condiciones, lo que impedía el tráfico ferroviario.
Pero otra tragedia estuvo a punto de ocurrir. El desagüe del río Riñihue hacia el río San Pedro quedó obstruido y la acumulación de agua presagiaba que al rebasarse arrasaría en bajada con todos los pueblos existentes hasta Valdivia, dejando incluso a ésta sepultada bajo el barro. El lago crecía a razón de 1 metro cada 3 días, pero gracias al esfuerzo de varios profesionales se logró concretar la mayor obra de ingeniería en Chile hasta esa fecha. Se pudo desaguar el lago con consecuencias menores a las previstas, salvando muchas vidas y casas, aunque algunos terrenos igual quedaron bajo el agua.
No solo en Chile se sintieron los efectos del terremoto de Valdivia: En el lejano Hawaii recibieron el impacto de una ola de 10 metros unas 15 horas después del sismo; también hubo muertos en Japón, Filipinas y Nueva Zelanda, entre otros países. Debido a este último efecto, se creó en 1965 el Centro de Alerta de Tsunami del Pacífico (PTWC), con base en Ewa Beach, Hawaii.