La historia de los Te Deum se remonta a sus orígenes en el siglo IV, como una Canto de Acción de Gracias a Dios.
Chile es uno de los pocos países que mantiene esta tradición, por ejemplo en América solo se realizan celebraciones similares en Perú y Argentina.
En Chile, se celebra desde 1811 cuando José Miguel Carrera pidió su realización para conmemorar el primer año de la Junta Nacional de Gobierno. En un principio se realizaba luego de la misa católico-romana y sólo desde 1870 se celebra sin la eucaristía. Pero no es sino hasta 1970, a petición del presidente electo Salvador Allende, en que toma el carácter de «ecuménico», es decir en la que participan las iglesias cristianas, y no solamente la católica, de la Acción de Gracias.
Así, el 4 de noviembre de 1970, al asumir Allende la Presidencia de la República se realiza el primero y, entre otras referencias, el cardenal Raúl Silva Henríquez planteó: «Este momento de oración se inscribe así en una antigua tradición religiosa; pero corrobora, al mismo tiempo, inapreciables tradiciones patrias. Tiene un carácter de símbolo y garantía de respeto: el respeto de los gobernantes por todas las formas de fe religiosas, el respeto de las Iglesias por la legítima autoridad de los Gobernantes, el respeto recíproco entre múltiples confesiones religiosas. (…) Es justo entonces que nos congreguemos para una Acción de Gracias, hombres que reciben una tarea de liberación de sus hermanos; hombres que saben respetar, porque se sienten respetados, no pueden menos que dar las gracias, porque todo eso en un privilegio».
Este hecho habla de la apertura y respeto demostrada por el presidente de la época, ya que él mismo no compartía la religión católica y como lo expresó en alguna oportunidad lo hizo «porque sé que la mayoría del pueblo chileno es católico y yo tengo la obligación de respetar su fuero íntimo, así como sé que ellos respetan el mío».
Este ecumenismo no es, por supuesto, obra exclusiva de Salvador Allende, sino también por la tendencia de apertura iniciada por la Iglesia Católica desde los años 60 y el Concilio Vaticano II. En nuestro país, esa tendencia se expresa de forma institucional a partir del 4 de agosto de 1973, cuando se funda la Fraternidad Ecuménica de Chile, que tiene un carácter cristiano y que acoge a la iglesia católica apostólica y romana, católica apostólica ortodoxa y protestantes evangélicas y que junto al Arzobispo de Santiago, se hacen responsables de coordinar los Te Deum por la Patria.
El 9 de septiembre de 1973, y luego de muchos meses de deterioro en nuestra convivencia social, estas iglesias realizaron una gran acto público de rogativas para pedir a Dios por Chile, en la Plaza de la Constitución, frente al Palacio de la Moneda. Allende se manifestó preocupado, pero Silva Henríquez sólo respondió que todo tenía un significado SOLO religioso. Ese año el tradicional Te Deum del 18 de septiembre se trasladó desde la Catedral Metropolitana a la iglesia de la Gratitud Nacional. Al volver a la Catedral se criticó este acto como un apoyo al gobierno Militar, pero el cardenal tenía claro que la celebración del Te Deum estaba por sobre las rivalidades políticas porque era «tradicional y protocolar».
Se realizó un Te Deum el 11 de marzo de 1981, cuando Augusto Pinochet asumió como Presidente de la República de acuerdo a la «nueva constitución» aprobada el año anterior. En el Te Deum ecuménico de 2010, celebrando el presunto Bicentenario de la Patria, también se unieron la iglesia judía y musulmana.
Es posible afirmar que los Te Deum ecuménicos son una necesidad de unidad, nación, fraternidad e igualdad religiosa, además representan una especie de legitimación simbólica. En Chile quien imparte ese simbolismo es la figura del Arzobispo de Santiago y la Fraternidad Ecuménica de Chile.
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