Pablo de Rokha es uno de los escritores chilenos más grandes del siglo XX, ganó el Premio Nacional de Literatura en 1965.
En 1894, el 17 de octubre, el valle del Mataquito fue testigo del nacimiento del poeta Pablo de Rokha. El pueblo de Licantén fue su hogar en sus primeros años, aún con el nombre Carlos Ignacio Díaz Loyola. Estudió en Talca en el Seminario Conciliar de San Pelayo y a los 19 años se trasladó a Santiago, donde ingresó a la Universidad de Chile, aunque su paso por ahí fue muy breve.
En 1916 se casó con la también escritora Luisa Anabalón Sanderson (quien sería conocida con el seudónimo de Winétt de Rokha). En los años 20 se dedicó a la docencia, al periodismo y, sobre todo, al comercio de obras de arte.
Ingresó al Partido Comunista en 1932, pero fue expulsado en 1940, lo que no impidió su defensa de la ideología marxista leninista por el resto de su vida. Fundó, escribió y distribuyó la revista “Multitud” entre 1949 y 1963, en donde escribieron figuras de la talla de Fernando Alegría y Vicente Huidobro. Al morir su mujer (1951) se sumió en una depresión muy profunda, pero eso no le impidió continuar con sus creaciones artísticas ni actividades políticas.
Ganador del Premio Nacional de Literatura en 1965 y del respeto y desprecio de sus “colegas” desde varios años antes… Antes incluso de su primer libro, cuando empezó a publicar sus primeros poemas. Tres años después de ganar el mencionado premio, fallece otro de sus hijos: Pablo, su secretario (Carlos, escritor, había muerto en 1964). Unos meses después, el 10 de septiembre, se quita la vida, como muchas veces hacen los que viven muy rápido o muy intenso: no pudo esperar a que la muerte llegara.
Entre las obras poéticas más destacadas de Pablo de Rokha cabe mencionar Los Gemidos (1922), Suramérica (1927), Satanás (1927), Jesucristo (1933), Morfología del Espanto (1942), Antología 1916-1953 (1954), Genio del Pueblo (1960), Mundo a Mundo (1966), etc. Escribió algunos ensayos y también dos volúmenes contra Neruda (Neruda y Yo, 1921, y Tercetos dantescos a Casiano Basualto, 1966). Sin contar con algunas ediciones póstumas como antologías o El Amigo Piedra (1990), como le llamaban a veces. A fines del siglo apareció Obras Inéditas (1999), que contiene escritos inconclusos probablemente creados en sus últimos meses de vida entre 1967 y 1968.
“Fue un gran poeta desmesurado, de esos bardos de la tribu que son testigos dolorosos de su época, que pagan la escritura con la muerte. (…) Lo recordamos como el vanguardista utópico, como el patriarca mesiánico, como el militante incansable, como el terrible y torrencial maldecidor que nos dejó la utopía aferrada a la memoria para que no la olvidemos“. (Naín Nómez, estudioso de la obra de de Rokha, entre otras).
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