En la memoria popular hay pocos sucesos tan fuertemente arraigados como los acontecidos el 21 de diciembre de 1907 en Iquique.
Esta matanza en la escuela no era la primera de obreros en un acto de protesta, y lamentablemente tampoco fue la última; sin embargo, sus características le han conferido un sitial de mayor recuerdo. El origen de los hechos se encuentra en las deplorables condiciones en que vivían los obreros de las pampas salitreras. A finales de 1907, cargadores y lancheros de la oficina San Lorenzo, que solicitaban que se les pagara su salario de acuerdo con un cambio estable, votaron la huelga (esta huelga se conoció como «de los catorce peniques», que era el tipo de cambio que los trabajadores exigían); al negarles lo solicitado, demandaron ser trasladados al sur del país, lo que tampoco fue aceptado.
En pocos días el descontento creció y se unieron a ellos miles de obreros de las diferentes oficinas salitreras, los cuales decidieron bajar a la ciudad de Iquique para solicitar ser escuchados por las autoridades y los dueños de las compañías. El gobierno de Pedro Montt Montt respondió, al igual que sus antecesores, con temor e incomprensión, y envió numerosos regimientos desde Antofagasta y Tacna para obligar a los huelguistas a que volvieran a las oficinas salitreras. Reunidos con el intendente Carlos Eastman y el general Roberto Silva Renard, los obreros no obtuvieron más que negativas y amenazas. La fuerte presión ejercida por los empresarios (principalmente ingleses) sobre las autoridades y los militares les convenció de que no había espacio para el diálogo y decidieron que reprimirían a los obreros.
En la escuela
Los trabajadores se agruparon en la escuela Santa María, ubicada muy cerca del centro de la ciudad de Iquique, y mientras debatían sobre el destino de su movimiento, las tropas fuertemente armadas los rodearon. Tras un confuso incidente inicial empezó el tiroteo y con ello la matanza de hombres, mujeres y niños que se encontraban en el lugar. Transcurrido más de un siglo, todavía no hay acuerdo sobre el número de víctimas, las que fluctuaron entre 300 y más de 1.500. El gobierno de Montt quedó marcado por este irracional acto de represión.
Esta matanza fue una nueva y dramática demostración de que la «cuestión social» se había convertido en el más urgente problema de la sociedad chilena. Si bien el congreso decidió crear una comisión investigadora de los hechos, no se nombró a nadie para integrarla… Prácticamente no hicieron nada hasta 6 años después, cuando el 7 de diciembre de 1913 la cámara de Diputados publicó los resultados de una investigación.
Las demandas, publicadas el 16 de Diciembre de 1907, eran las siguientes:
– Pago de los jornales a razón de un cambio fijo de 18 peniques. Libertad de comercio en la Oficina en forma amplia y absoluta. – En cada Oficina habrá una balanza y una vara al lado afuera de la pulpería y tienda, para confrontar los pesos y medidas. – Aceptar que mientras se supriman las fichas y se emita dinero, cada Oficina representada por su Gerente respectivo, reciba las fichas de esa misma y de las otras Oficinas y pague una multa de $50.000 por cada vez que se niegue a recibirlas. – Cierre general con reja de fierro de todos los cachuchos y chulladores de las Oficinas Salitreras, so pena de pagar de 5 a 10.000 pesos de indemnización a cada obrero que se malogre a consecuencia de no haberse cumplido esta obligación. – Que el Administrador no pueda hacer arrojar a la rampla el caliche decomisado y aprovecharlo después en los cachuchos. – Que en el futuro sea obligatorio para obreros y patrones un desahucio de 15 días cuando se ponga término al contrato. – Conceder un local gratuito para fundar escuelas nocturnas para obreros, siempre que algunos de ellos lo pidan para tal objeto. – Que el Administrador ni ningún empleado de la Oficina pueda despedir a los obreros que han tomado parte en el presente movimiento, ni a los jefes, sin un desahucio de 2 a 3 meses o una indemnización en cambio de 300 a 500 pesos. – Este acuerdo una vez aceptado se reducirá a escritura pública y será firmado por los patrones y por los representantes que designen los obreros. |
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