Los faros se convirtieron en una necesidad que deriva de la utilidad de mantener señales y luces para indicar roqueríos o entradas correctas a los puertos.


Podemos agregar que una de las siete maravillas del mundo antiguo fue un faro: el de Alejandría, en isla de Pharos, hasta el siglo XIV.

En Chile, si bien la historia es relativamente más reciente, no deja de ser importante, ya que con sus más de 4.000 kilómetros de costa necesita otorgar condiciones de seguridad sobre todo con lo accidentada de nuestra geografía marítima a partir del paralelo 41. Lograr con éxito la tarea de construir faros en diferentes y estratégicos puntos no es muy fácil; especialmente en la zona más austral, en donde muchas veces la construcción demoró varios años debido a la poca accesibilidad prestada por la Naturaleza.

Los faros

El primer faro fue el denominado «Valparaíso», inaugurado el 18 de septiembre de 1837, al año siguiente se reubicó en la Punta Ángeles (nombre actual del faro e imagen principal de esta nota). En 1967 su torre de fierro fundido fue reinstalado en su ubicación definitiva: el Complejo Marítimo Punta Ángeles, donde funcionan oficinas de la Directemar.

Las luces que emitían los faros, en sus orígenes, eran en base a fogatas o velas de sebo, que de a poco fueron evolucionando hacia lámparas de parafina, hasta llegar en el siglo XX a usar gas de acetileno o implementar sistemas de electrificación y mejoramiento de las señales luminosas mediante lámparas incandescentes y halógenas. En la Región de Valparaíso se encuentra el Museo de Faros George Slight. Su nombre se debe a que este ingeniero escocés fue el encargado de instalar y asesorar en la implementación de estas señales. Su primer proyecto concretado fue la instalación del faro en los islotes Evangelistas, a la entrada del famoso Estrecho de Magallanes, a fines de 1896.

Siglo XX

A contar de 1960 se llevaron a cabo las mayores actualizaciones y progresos tecnológicos gracias a un préstamo otorgado por el gobierno francés. Se renovaron los modelos de señales de niebla, faros giratorios a gas de acetileno, destelladores y fanales con válvulas solares y radiofaros. Actualmente se avanza en la automatización de los servicios y la implementación de un mayor número de balizas, sobrepasando largamente la construcción de los faros de tipo clásico (estas torres de color blanco con franjas rojas). Pero la imagen de un faro ya la tenemos en la memoria.

Sirva esta nota para rendir un homenaje a esas personas que aún dedican su vida a la mantención en perfectas condiciones de estos tan importantes y poco conocidos ayudantes a la navegación. Muchas de estas personas pasan meses en completo aislamiento, pero con la certeza de estar realizando una labor muy importante.

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