La decisión de la Unesco de convertirlas en el séptimo Patrimonio de la Humanidad de Chile ha empujado al gobierno regional a buscarles un edificio propio para crear un museo de la cultura chinchorro.
Colgada de los escarpados acantilados y las rocosas playas que se extienden desde la Región de Arica y Parinacota, en el norte de Chile, a sus vecinas de Tana y Moquegua, en Perú, la cultura Chinchorro parece una más de las muchas sociedades precolombinas que habitaron Suramérica hace 10.000 años.
Una comunidad ancestral de pescadores, asidos a la fría riqueza del Pacífico, que apenas lograrían una pequeña página en la prehistoria si no fuera por una tradición funeraria que las hace únicas: conocían y practicaban la momificación mucho antes de que esta se extendiera en el antiguo Egipto.
“Todos se momificaban. Los chinchorros no se enterraban”, explica Valeslka Laborde, responsable de patrimonio y cultura en la zona de Camarones, epicentro de esta cultura. “La idea es que les fueran acompañando, si yo me trasladaba me llevaba mi cuerpo para que me siguiera acompañando y estando con la familia”, agrega Laborde, rodeada de decenas de vestigios expuesto al calor, al viento y al salitre.
Proceso
De acuerdo con los escasos datos de los que se dispone, la técnica de las “momias negras” es la más antigua y peculiar que existe, ya que los chinchorros prácticamente vaciaban los cuerpos.
Retiraban vísceras y huesos, y rellenaban el interior con palos, plumas de ave y totora. “Las momias rojas, que son de 5.000 años, ya no se les estarían los huesos, si no solo las vísceras y se hacían orificios en algunas partes de las extremidades. Así que yo creo que la relevancia que los chinchorros tienen a nivel mundial es la técnica de momificación y va a ser un misterio para nosotros porque no sabemos de sus prácticas culturales, de su lengua, solo tenemos evidencia arqueológica que nos pueden hacer suponer algo”, señala Laborde.
“Es fundamental que el territorio y las personas que habitan en el territorio se hagan parte de este patrimonio para seguir manteniéndolo y conservándolo, es un trabajo arduo, trabajamos mucho con los colegios, con las organizaciones sociales”, agrega la experta, que se queja del poco apoyo de los Gobiernos de Chile.
Lamenta así que “el Estado chileno no invierte en cultura, en patrimonio, y menos, en arqueología, tenemos una densidad arqueológica muy grande, pero muy dañada, porque cualquiera puede venir acá, y extraer algo, y llevárselo, sin que nadie lo vaya a saber”.
Un nuevo museo y un futuro parque arqueológico
Además de las muchas que se creen todavía enterradas, en la actualidad es posible observar un centenar de momias en dos localizaciones principales: el museo arqueológico San Miguel de Azapa, y el Museo del Sitio Colón 10, ambos en Arica, una ciudad que Chile disputó y ganó a Perú y Bolivia gracias la guerra del Pacífico (1879-1884).
La decisión de la Unesco de convertirlas en el séptimo Patrimonio de la Humanidad de Chile ha empujado al gobierno regional a buscarles un edificio propio para crear un museo de la cultura chinchorro, y a desarrollar un parque arqueológico que permita proteger los vestigios e impulsar la excavación y el estudio.
“En la Región de Arica y Parinacota va a existir un nuevo museo de alto estándar para relevar la importancia de la cultura chinchorro, la forma de encontrarnos con esta cultura milenaria y ancestral que data de más de 10.000 años de historia”, reveló a el gobernador, Jorge Díaz.
“Se recrean más de 10.000 años de historia y por supuesto tenemos que hacernos cargo de esta nominación, de esta responsabilidad, ya que se nos entrega, para preservar la cultura chinchorro y difundirla” como ocurre con sus hermanas más jóvenes y famosas, las momias egipcias.
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