Estando próximas las elecciones de 1938, se produjo un hecho que influiría sobre los sucesos posteriores.
El 5 de septiembre un grupo de jóvenes pertenecientes al Movimiento Nacional Socialista (nacis chilenos), en un intento por derrocar al gobierno de Arturo Alessandri, ocuparon la Casa Central de la Universidad de Chile y el edificio del Seguro Obrero, desde donde dispararon a La Moneda, sede oficial del gobierno. Creían que se les unirían varias unidades del ejército, pero, por el contrario, éstas apoyaron a Carabineros, cuyas órdenes también eran reprimirlos. Así fueron desalojados de la sede de la universidad y conducidos al edificio del Seguro Obrero con las manos en alto, donde sus compañeros combatían. Frente a esta situación, los jóvenes aceptaron su derrota y se entregaron a las fuerzas policiales. Sin embargo, éstas les dispararon matando a 61 de ellos. Quedaron solo tres sobrevivientes.
El país quedó horrorizado por lo sucedido y, aun cuando el gobierno responsabilizó a Carlos Ibáñez y a Jorge González von Marées, candidato y líder, respectivamente, del Movimiento Nacional Socialista, prevaleció el sentimiento de rechazo ante lo ocurrido, frente al repudio por el intento golpista. Ambos candidatos renunciaron a sus aspiraciones y llamaron a sus seguidores a votar por el postulante del Frente Popular: Pedro Aguirre Cerda.
Después de la matanza del Seguro Obrero
Después de los sucesos del 5 de septiembre de 1938 en el edificio de la Caja del Seguro Obrero, la atención de la opinión pública se centró en las próximas elecciones del 25 de octubre. La derecha veía con preocupación el arrastre que tenían las concentraciones del Frente Popular, así como el esfuerzo desarrollado en todos los aspectos de su campaña el candidato Aguirre Cerda, quien había visitado los lugares más importantes del país.
No obstante, los encargados de la candidatura de Ross (derecha) estaban seguros de que éste ganaría, aunque fuera por un escaso margen, y centraron su discurso en intimidaciones y negros presagios si triunfaba el Frente Popular, señalando que los comunistas se comportarían de forma “tan salvaje como en España”, matando niños y mujeres. La Iglesia respaldó estas advertencias, y desde los púlpitos atemorizó a los fieles e impuso castigos a quienes colaboraban con el Frente. La izquierda, por su parte, acusaba a la oligarquía reaccionaria de ser la responsable del atraso económico y social del país y de preocuparse siempre por sus propios intereses.
Debido en gran parte a la fuerte personalidad del presidente Alessandri y a su autoritarismo, poco común en gobiernos encabezados por civiles, se logró la coordinación de los grupos de izquierda y su inserción dentro del sistema político; y aunque la recuperación económica fue un éxito, la ausencia de una política social y los sucesos del Seguro Obrero llevaron a la derrota del candidato Ross y de la derecha, por apenas cuatro mil votos. Así, Alessandri terminó su período entregando la presidencia a quien fuera su ministro del Interior en 1920 y posterior opositor, el radical Pedro Aguirre Cerda. Con el triunfo en las elecciones de 1938, el Partido Radical ocupó el lugar que le correspondía, por cuanto desde comienzos de la década era el partido unitario más importante y de más amplio apoyo.