Los antecedentes de la abolición de la esclavitud se encuentran en el gobierno de José Miguel Carrera, al promulgar la ley de libertad de vientre.
Esa ley del Gobierno de Carrera (1811) declaró la libertad para todos los hijos de los esclavos que nacieran con posterioridad a su promulgación. Como la citada ley también señalaba la libertad de los esclavos en tránsito que permanecieran en el país por más de seis meses, así como la prohibición de traer nuevos esclavos, se concluía que la institución de la esclavitud desaparecería paulatinamente con el paso de los años.
Doce años después, José Miguel Infante, quien estaba inicialmente de acuerdo con la solución gradual de la esclavitud, presentó al Senado un proyecto de ley que decretaba la abolición absoluta de la esclavitud. Su proyecto se aprobó por unanimidad por el Senado el 23 de junio de 1823. De esta manera, Chile se convirtió en uno de los primeros países del mundo que eliminó la esclavitud en todos sus aspectos. Sin embargo, no fue fácil para Infante lograr este éxito, pues Mariano Egaña (ministro del Interior), que estaba en contra de la esclavitud por principio, mostró preocupación por la indefensión en que quedarían los numerosos esclavos viejos o enfermos, pues, según él, serían abandonados por sus expropietarios y liberados a su suerte.
Egaña señaló que esta ley era contraria al derecho de propiedad y que, si se aprobaba, debía buscarse una indemnización para los dueños de esclavos. Así, una vez aprobada tuvo que pasar un mes (24-07-1823) de varias discusiones hasta que Ramón Freire la promulgó. Se complementó con un reglamento aditivo que beneficiaba a los esclavos, obligando a los patrones a mantenerlos mientras conseguían nuevos trabajos… Esto último es lo que hoy llamaríamos «letra chica» de la ley. Si bien limitaba de alguna forma la libertad, su vida fue breve porque en la Constitución de diciembre de ese mismo año declaraba «En Chile no hay esclavos: el que pise su territorio por un día natural será libre […]».
En la práctica, el paso a la libertad fue relativamente tranquilo y sin traumas ni problemas; la gran mayoría de los pocos esclavos que había en el país para aquella época, eran empleados domésticos afiliados al sistema familiar de sus dueños. De enorme valor humanitario, la abolición no era, sin embargo, un asunto de gran urgencia para el Gobierno. Podemos mencionar que en Chile no existió una gran masa de esclavos negros, debido al elevado valor con que éstos eran vendidos en el país. Sin embargo, han sido actores relevantes en nuestra historia y en el enriquecimiento de la cultura, que mantiene una gran vigencia.
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