A lo largo del siglo XIX, muchos extranjeros, sobre todo europeos, fueron traídos a Chile para ampliar y profundizar la educación y elevar los conocimientos que los chilenos tenían sobre diversas áreas del saber.


Muchos dejaron un legado invaluable, como Isidora Zegers, quien llegó en 1823, siguiendo los pasos de su padre, contratado por el gobierno de la época.

Isidora Zegers tenía solo 20 años cuando llegó a Chile. Había nacido en Madrid el 1 de enero de 1803 y en París había estudiado muchas especialidades: canto, piano, arpa, guitarra, composición y armonía. Todos los escritos que existen sobre ella en el país la recuerdan con gratitud y benevolencia, porque revolucionó la música vocal y deslumbró a las sociedades santiaguinas con sus bellas interpretaciones.

La entusiasta joven se adaptó rápidamente a Chile. En 1829, casó con el coronel Guillermo de Vic Tupper, quien, sin embargo, falleció en la batalla de Lircay. Rehizo su vida con el alemán Jorge Huneeus Lipmann, convirtiendo su hogar en el centro de las tertulias de la intelectualidad chilena y extranjera.

A raíz del terremoto que afectó a Talca y Concepción en 1835, Isidora organizó veladas musicales para ir en ayuda de los damnificados. Era una fervorosa admiradora del arte lírico italiano, especialmente de Rossini, a quien promovió intensamente. Además, había compuesto obras para canto (solo o acompañado) y obras instrumentales, todas ellas de factura sobria, escritas en Francia en los años 20.

Amante genuina del canto, Isidora Zegers abrió los salones de su hogar para reunir, en torno a la música, a sus selectos invitados. En estas famosas tertulias santiaguinas desplegó todo el romanticismo de le élite de la época, entre quienes figuraban pintores, intelectuales, músicos y escritores, nacionales y extranjeros, como Domingo Faustino Sarmiento, Mauricio Rugendas, Raymond Monvoisin, Mercedes Marín del Solar, Andrés Bello, Bartolomé Mitre y el pianista chileno Francisco Guzmán Frías.

Su carácter sociable y su innato espíritu asociativo le permitieron colaborar, 1827, en la fundación de la Sociedad Filarmónica junto a Carlos Drewetcke. También, le fue posible mantener contacto con los músicos chilenos más relevantes del siglo, entre los que están Guillermo Frick, Francisco Oliva y José Zapiola.

La consagración definitiva de Isidora Zegers llegó con su participación en la fundación del primer Conservatorio Nacional de Música y de la Academia Superior de Música, en 1852. En una solemne ceremonia, el presidente Manuel Bulnes le entregó el documento que acreditaba su nombramiento como presidenta de la Academia Superior de Música.

Por razones de salud, se trasladó a Copiapó, donde fundó una Sociedad Filarmónica similar a la santiaguina. Falleció el 14 de julio de 1869.

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