El relieve chileno actual es el resultado de varios procesos naturales que han interactuado de diferentes formas a lo largo de las edades geológicas.
Podemos decir que el principal proceso responsable del relieve chileno actual es la tectónica de placas, y esto corresponde a movimientos de la corteza terrestre. Si bien la tectónica es la gran responsable de la génesis del relieve, también han incidido en él otros factores, por ejemplo los cambios en el nivel del mar, el avance y retroceso de las zonas glaciares y el gran vulcanismo, además de la erosión.
Génesis del relieve chileno
La historia de la formación del relieve chileno comienza durante el Paleozoico, es decir, hace aproximadamente 570 y 225 millones de años. Por aquel entonces existían grandes superficies ocupadas por las aguas marinas, aunque también habían amplias zonas continentales que se encontraban emergidas, caracterizándose la era paleozoica por la importante variación espacial entre esta áreas.
Sabemos que hace entre 345 y 225 millones de años, Chile formaba parte del gran continente conocido como Gondwana. Esta unión implicó que el territorio chileno estuviera sometido a una fuerte actividad tectónica -a movimientos ascendentes y descendentes de bloques terrestres- y sísmica, y al afloramiento de masas rocosas fundidas desde el interior de la Tierra y su consiguiente consolidación en la superficie.
Estos acontecimientos constituyeron la orogénesis (formación del relieve) del Paleozoico Superior, que levantó el primer sistema montañoso de entidad en suelo chileno, hace entre 240 y 225 millones de años. Posteriormente, durante el Triásico, hubo un período de calma tectónica, al que siguió una fuerte etapa de erosión de las montañas anteriormente desarrolladas.
La estructuración del relieve
Los fuertes procesos de extracción y arrastre de los materiales de las laderas de las montañas y el depósito de los mismos en los sectores más bajos contribuyeron a la generación de un paisaje caracterizado por el aplanamiento progresivo del relieve, hace entre 225 y 195 millones de años. En este período se desarrolló además una intensa actividad volcánica, que se presentó en diferentes episodios y que cubrió, con sus depósitos, grandes extensiones de una territorio ya suavizado o aplanado previamente. A su vez, la parte occidental del Chile paleozoico era invadida por el mar a la manera de embahiamiento de aguas rasas, con avances y retrocesos, y la consecuente acumulación de sedimentos y depósitos fosilíferos marinos. Estos materiales se encuentran hoy en el sector central de la Cordillera de la Costa.
Hace entre 200 y 190 millones de años, en el Triásico-Jurásico, comenzó a desarrollarse, prácticamente en todo el territorio, una alargada depresión, con hundimiento de dirección norte-sur, que fue inundada por el mar. Las aguas depositaron sedimentos y fósiles marinos (como los ammonites, que también se hayan en la lejana cordillera del Himalaya). Estas condiciones se mantuvieron hasta hace 150-140 millones de años, cuando el mar retrocedió y el territorio de transformó en un paisaje continental. Sin embargo, este ambiente tuvo una duración de “sólo” seis millones de años; nuevamente fue invadido por el mar, inclusive en el sector que hoy forman las dos cordilleras, y el territorio se convirtió, nuevamente, en fondo marino.
Finalmente, hace alrededor de 120 millones de años, el mar retrocedió y Chile tomó su forma emergida, acentuándose la actividad volcánica que es característica hasta nuestros días. Posteriormente, en el Cretácico Superior y el Terciario Inferior, es decir, hace 90 y 45 millones de años, se intercalaron episodios de vulcanismo, depositación continental y movimientos tectónicos. Debido a la dinámica de este último proceso, se plegaron (o, mejor dicho, se doblaron) y deformaron los depósitos anteriores, lo cual originó relieves montañosos que constituyeron una cordillera de los Andes antigua, diferente de la actual. Estos relieves fueron posteriormente erosionados, elevados y deformados.
El sur: una evolución geológica diferente
La historia geológica de Chile que hemos visto hasta ahora corresponde a la zona que abarca desde el extremo norte hasta aproximadamente Valdivia. La razón de ello es que, al sur de la misma, el país ha tenido una dinámica geológica distinta que ha motivado la configuración actual del territorio nacional, en el que el norte se constituye como una unidad homogénea, mientras que el sur se presenta desmembrado, irregular y recortado, con una significativa connotación oceánica e insular.
Estas diferencias comenzaron en el Mesozoico, entre hace 225 y 65 millones de años. En las regiones del extremo sur, Aisén y Magallanes, durante el Jurásico Medio y Superior hubo un intenso vulcanismo, caracterizado por una cadena de volcanes e islas en contacto con un océano Pacífico diferente del actual, correspondiente a lo que hoy en día es la zona de los archipiélagos. Luego, desde el Jurásico Superior hasta el Cretácico Inferior, debido a la separación de América del Sur respecto de África, se separaron del continente americano estas islas y adquirieron la forma que actualmente presentan las regiones de los lagos y los canales y fiordos.
Las elevaciones andina y costera y la depresión intermedia
Posteriormente, durante el Terciario, después del Mioceno, es decir, de hace unos 22 a 12 millones de años atrás, el intenso vulcanismo comenzó a concentrarse en la cordillera de los Andes. Es precisamente en este tiempo cuando empezaron a configurarse las características formaciones del relieve actual, debido al ascenso diferencial delos bloques que elevaron la cordillera de la Costa y la de los Andes, alrededor del Plioceno, hace unos siete millones de años.
Esta elevación de los dos bloques cordilleranos significó la formación de una unidad deprimida entre ambos, denominada Depresión Intermedia o Valle Central, formada por materiales de depositación provenientes de la cordillera andina. Esta forma general del relieve se presenta desde el extremo norte hasta Puerto Montt, donde la depresión Intermedia desaparece sumergida bajo las profundidades del mar.
La configuración de este relieve y las condiciones generales de enfriamiento de la Tierra hicieron que se desarrollaran glaciares de altura en el norte; donde actualmente no existen debido a la gran aridez del clima. En las regiones meridionales también se desarrolló una zona de hielo continental que avanzó hasta el borde costero. Sin embargo, los bordes de estos glaciares sufrieron oscilaciones hasta que, en un período de mejora climática, alcanzaron la posición que presentan hoy. De lo expuesto se desprende que la tectónica, el vulcanismo moderno y las glaciaciones constituyen los elementos principales del modelado del paisaje andino actual.
Configuración del modelado actual
De esta manera, durante el Terciario se conformó la estructura del territorio chileno tal y como se conoce en la actualidad y que posteriormente, en el Cuaternario, fue remodelada por los procesos de erosión y depositación, y por la acción de las glaciaciones y el vulcanismo. El Cuaternario constituye el período más reciente en la escala de tiempo geológico. Incluye los dos últimos millones de años y se divide en la era pleistocena y la holocena.
En efecto, el Pleistoceno, corresponde a un tiempo caracterizado por grandes variaciones climáticas, ya que ocurrieron cinco glaciaciones separadas por intervalos cálidos denominado interglaciales. En estos períodos, el hielo se derritió y los frentes de los glaciares retrocedieron hasta desaparecer o alcanzar la posición que presentan en la actualidad. De las glaciaciones ocurridas durante el Cuaternario, la última comenzó hace aproximadamente setenta mil años y terminó hace diez mil. Esta glaciación alcanzó una menor extensión en el hemisferio Sur que el Norte.
En Chile, la última glaciación tuvo fuertes implicaciones en la cadena andina, con el desarrollo de glaciares de altura, y en la zona sur y el extremo austral a través de la formación de lo que se conoce como Campos de Hielo Norte y Sur. Así, mientras que el Terciario fue climáticamente benigno, el Cuaternario y sus glaciaciones supusieron condiciones de frío intenso. Al finalizar la última glaciación hubo un calentamiento global que limita con el Holoceno, época correspondiente al tiempo actual posglacial.
Por lo tanto, este cambio climático significó variaciones ambientales debido al incremento de las temperaturas y las precipitaciones; se considera que tales condiciones podrían ser similares a las reinantes en los períodos interglaciales del Pleistoceno. Este último cambio significó la configuración del paisaje chileno actual.
Fuente: Gran Enciclopedia de Chile