Día de la Fiesta Nacional

Solo en 1837 se definió como única Fiesta Nacional el día 18 de septiembre de cada año, que es lo que conocemos hoy en día.


Pero durante los primeros años de vida republicana o independiente coexistieron por lo menos 3 fechas que celebraban más o menos lo mismo. Eran el 12 de febrero (1817, Batalla de Chacabuco y 1818, Proclamación de la Independencia), el 5 de abril (1818, Batalla de Maipú) y el 18 de septiembre (1810, Primera Junta de Gobierno). Las primeras quedaron en el olvido de a poco… ¿Por qué la de septiembre se impuso y es la que celebramos en la actualidad?

A un año de la Primera Junta Nacional de Gobierno, se celebró su formación como si el país fuera completamente independiente… y es eso, precisamente, lo que se comenzó a pensar unos meses después de dicha Junta. La historia nos muestra que eso no es en rigor cierto, pero es innegable la carga simbólica que ese acontecimiento tuvo para muchos chilenos, se le imprimió la sensación de un nuevo nacimiento, el renacer de Chile como si hubiera estado 200 años en un letargo impuesto por la Corona Española. Si bien, solamente fue una forma de mantener orden y soberanía luego de la imposibilidad temporal del rey español de seguir haciéndolo, por los acontecimientos ocurridos en Europa, ése fue el primer paso hacia la consolidación de Chile como nación independiente. O sea, esa fecha fue considerada un renacimiento político, una independencia propia que ya no había que ganar sólo defender, porque ya la teníamos.

Así llega fines del año 1814 y la Reconquista Española o Restauración Monárquica es ampliamente resistida, pues ya empezábamos a tener soberanía sobre nuestro propio territorio. Poco más de 3 años bastaron para derrotar casi por completo a las fuerzas realistas que pretendían reimponer un orden que ya no existía ni queríamos aceptar.

A comienzos de 1817 el Ejército Libertador de los Andes emprendió rumbo a Chile desde Argentina, y el 12 de febrero se enfrenta a las tropas de general Maroto en Chacabuco, con victoria para los libertadores y la correspondiente huida realista. Es esta fecha la del comienzo del período final de la Independencia, por eso también se le atribuyó el carácter de fiesta nacional para celebrar la derrota española y el triunfo chileno.

Tuvo que pasar un año (12 de febrero de 1818) para que se realizara la Declaración pública de la Independencia (que ya había sido firmada el 1 de enero), por lo tanto le dio más peso a pensar en nación independiente desde ese día. El 5 de abril fue la batalla de Maipú, y con el triunfo patriota la libertad estaba prácticamente conseguida, y el proceso iniciado casi 8 años antes finalizaba con la emancipación nacional. Esta fecha simbolizaba esa consolidación, luego de la Primera Junta Nacional de 1810 (regeneración política) y Chacabuco (inicio de la Independencia).

Entonces teníamos 3 “fiestas nacionales” que conmemoraban más o menos lo mismo: una nueva Nación Libre. Contábamos con tres fechas más para celebrar que aumentaban el ya abultado calendario de fiestas religiosas heredado de la Colonia (casi 100), constituyéndose en una de las razones por las que el Gobierno decidió comenzar a limitar tal cantidad de días festivos en pos de mayor producción y en consecuencia con el nuevo estatus de país libre; tanta fiesta implicaba gastos considerables y casi excesivos para las arcas de la época, además de los desórdenes que es posible suponer.

La información de la época es vaga respecto a la derogación de la fiesta del 5 de abril, sólo se pueden leer algunos reclamos de cuando las autoridades dejaron de darle la importancia que venía teniendo hacia mediados de la década de 1820. Lo del “doce” es más cruel, por así decirlo, con esa fecha pues en 1821 se legalizó ese día como el de la Independencia. Con el decreto de 1837 dicha celebración se reduce a salvas de cañones y actos menores, que con el correr (rápido) del tiempo se dejan de lado, y ahora todo empezaba a apuntar al 18 de septiembre como la Gran Fiesta Nacional.

Tal vez las razones que pesaron para esta decisión sean más simbólicas, insisto, que físicas. Veamos. Las conmemoraciones de la Primera Junta de Gobierno se realizaron desde 1811 (se suspendieron en 1815 y 1816 por la Reconquista) y tenían la carga de representar la actitud cívica de independencia pacífica, lo que se supone nos enaltecía… Otra cosa que presumiblemente pesó fue la intención de la autoridad de darle más edad a Chile en el plano de las relaciones internacionales, pues no es lo mismo un país de 10 años que uno de 18, pues se asumía una mayor estabilidad política y a la vez consolidación de las instituciones que regían a la adolescente nación.

Desde la segunda celebración (1812, contrastando con la del año anterior) es que José Miguel Carrera y las fiestas de ese año “como nunca se habían visto en este territorio” le imprimieron un carácter que conserva hasta hoy, la solemnidad mezclada con el desorden. La actitud “más elevada” de las clases sociales altas y la alegría desbordada en las clases bajas, casi descontroladas por las fiestas de Independencia.

La fuerza y simbología del “dieciocho” es tal que hasta hoy en día muchos piensan que lo que se celebra ese día es la Independencia. Quizás se deba a la tradición… y a que a falta de las otras fechas el 18 de septiembre se hace cargo de todas y las comprime en una especie multi-fiesta híbrida de un par de sucesos relacionados. Para finalizar, es posible afirmar que al considerar a 1810 como el año del renacer (casi como el primer año de nuestra Historia) fue correcto pensar en 2010 como el del Bicentenario… cosa que en la teoría no fue tal.

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Amanda Labarca Huberston

Dom May 2 , 2021
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